El tercer día del Camino Inca es, sin duda, el más hermoso y fascinante. Después de un reconfortante desayuno, nos despedimos del campamento y comenzamos un nuevo ascenso hasta el Abra de Runkurakay (3,950 metros), donde encontramos los vestigios de un antiguo puesto de vigilancia inca. Desde aquí, el camino nos lleva a través de un sendero de piedra perfectamente conservado, serpenteando entre montañas y cubierto, en algunos tramos, por túneles tallados en la roca por los antiguos incas.
Pronto llegamos a Sayacmarca, una ciudadela ubicada en un acantilado con vistas espectaculares a los valles circundantes. Los muros de piedra, las terrazas y las estructuras ceremoniales nos cuentan historias de un tiempo donde los sacerdotes y sabios incas realizaban sus rituales.
El paisaje sigue transformándose. La ruta nos adentra en la selva nublada, donde los árboles cubiertos de musgo y orquídeas se entrelazan formando túneles naturales. Aquí, el aire es más húmedo, los cantos de aves acompañan nuestros pasos y la sensación de misterio envuelve el sendero.
Al mediodía, llegamos a Phuyupatamarca, «La Ciudad sobre las Nubes», donde almorzaremos con una vista que corta la respiración: terrazas incas emergen entre la neblina, y en la distancia, los picos nevados parecen flotar sobre el horizonte.
El descenso de la tarde nos lleva a Wiñay Wayna, una impresionante construcción inca con terrazas agrícolas perfectamente alineadas y una pequeña cascada que le da vida al entorno. Aquí pasaremos nuestra última noche en el campamento, con una cena especial para celebrar la culminación de nuestra travesía antes de la gran llegada a Machu Picchu.
📍 Alojamiento en campamento en Wiñay Wayna | Comidas: Desayuno, Almuerzo, Cena